"La verdadera filosofía consiste en aprender de nuevo a ver el mundo".
Maurice Merleau-Ponty.
La filosofía es una actividad netamente humana, que mediante la contemplación reflexiva extrae del saber universal diversos saberes específicos para imponer en ellos un cierto orden de conocimientos.
A partir de lo anterior podemos notar que existen tres momentos importantes para la filosofía; la actitud filosófica (contemplación reflexiva), el filosofar (el quehacer de fundamentar intelectualmente otro saber) y el orden de conocimientos.
El filosofar es el centro medular de la filosofía. Sin este momento no existiría el corpus tan amplio de conocimientos que sobre ella poseemos y la contemplación reflexiva se vería reducida a meros destellos intelectuales sin trascendencia. Por lo mismo, la actividad de filosofar es el punto en el que invariablemente convergen tanto la actitud filosófica como el orden de conocimientos.
Es común creer que ciertos destellos de reflexión (primer momento) hacen a la filosofía, o que un conjunto de ideas que diversos hombres han elaborado entorno a cuestiones que trascienden el orden común de las cosas (tercer momento) lo es. El error de ambos puntos radica en descartar a la actividad del filosofar (segundo momento), que es el agente transformador que da sentido a esta disciplina.
La filosofía como quehacer (filosofar), e incluso también como actitud (contemplación reflexiva), nos toca siempre en lo más profundo de nuestro ser, nos sacude y nos hace darnos cuenta que en el mundo se nos abren múltiples caminos, de los cuales no sabremos escoger a ciencia cierta alguno de ellos a pesar de todo lo que sabemos.